martes, 30 de octubre de 2012

Mi vida y sus infiernos.




No soy famoso pero tengo mucho que contar. Desde mis experiencias personales en unos casos me tuvieron como protagonista circunstancial; y en  otros momentos,   como participe obligado.
He aprendido en mis siete décadas de existencia que la Vida es una Fotocopia,  y las generaciones futuras padecerán los mismos males que aquellos que  hoy están sumergidos por la ambición extrema y el odio permanente.

Un adelanto
La bestia humana. 
  Lo vi  a través de una mampara.  Adolf  Eichmann,  uno de los tantos   nazis  que  supo envalentonarse matando  civiles indefensos era juzgado por el pueblo que quiso exterminar.
Los Aliados no pudieron juzgarlo  porque se había escapado a   Chile con la ayuda de la Iglesia Católica.  Después se cruzó a la Argentina del inmaculado Perón.
Eichmann fue secuestrado por un   comando israelí encabezado por quien era el jefe del servicio de espionaje   Iser Harel (n. 1912.)
Conocido su paradero,  se lo siguió hasta que pudo ser detenido y después sacado de la  Argentina.
Los antisemitas criollos enloquecieron: culparon al entonces presidente Arturo Frondizi de estar en connivencia con el Gobierno israelí. 
Esta operación,   ordenada por el primer ministro David Ben Gurión, tenía como objetivo hacer  conocer  a las nuevas generaciones lo que había sido el  Holocausto a través de los distintos testimonios que se presentaron durante el juicio.
Harel estuvo a punto de  aprehender al patibulario médico  nazi  Joseph Menguele  a quien localizó en Bariloche. Falló la operación por el exceso de confianza de  la joven que lo vigilaba.


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