No soy famoso pero tengo mucho que contar. Desde mis experiencias personales en unos casos me tuvieron como protagonista circunstancial; y en otros momentos, como participe obligado.
He aprendido en mis siete décadas de existencia que la Vida es una Fotocopia, y las generaciones futuras padecerán los mismos males que aquellos que hoy están sumergidos por la ambición extrema y el odio permanente.
Un adelanto
La bestia humana.
Lo vi a través de una mampara. Adolf Eichmann, uno de los tantos nazis que supo envalentonarse matando civiles indefensos era juzgado por el pueblo que quiso exterminar.
Los Aliados no pudieron juzgarlo porque se había escapado a Chile con la ayuda de la Iglesia Católica. Después se cruzó a la Argentina del inmaculado Perón.
Eichmann fue secuestrado por un comando israelí encabezado por quien era el jefe del servicio de espionaje Iser Harel (n. 1912.)
Conocido su paradero, se lo siguió hasta que pudo ser detenido y después sacado de la Argentina.
Los antisemitas criollos enloquecieron: culparon al entonces presidente Arturo Frondizi de estar en connivencia con el Gobierno israelí.
Esta operación, ordenada por el primer ministro David Ben Gurión, tenía como objetivo hacer conocer a las nuevas generaciones lo que había sido el Holocausto a través de los distintos testimonios que se presentaron durante el juicio.
Harel estuvo a punto de aprehender al patibulario médico nazi Joseph Menguele a quien localizó en Bariloche. Falló la operación por el exceso de confianza de la joven que lo vigilaba.
En caso de querer adquirir el libro enviar un email a: